viernes, 30 de julio de 2010

El mundo es un pañuelo

Ya no es que todos conozcamos esta frase, es que todos la hemos usado en algún momento...

Se dice que "el mundo es un pañuelo" cuando conocemos a una persona la cual conoce a su vez a otra persona que conocemos y que no vemos (en principio) relación directa. Bueno... no hace falta que os explique el significado (y lo limpio o sucio que esté el pañuelo os lo dejo a vuestra elección).

El motivo de la frase de hoy es explicaros la teoría de "los seis grados de separación". Esta es una teoría/leyenda urbana que considera la humanidad como una red y cada persona como un nudo, y entre dos personas (nudos) no hay más de 5 personas (nudos). Dicho de otro modo, cualquier persona del mundo está conectado mediante una cadena de conocidos a cualquier otra persona del mundo por, como máximo, 5 personas (nudos).



Y para muestra, un botón: Entre Barack Obama y yo hay cuatro grados de separación (podrían ser tres, pero hay un paso del que no estoy muy seguro), es decir, siguiendo una cadena de conocidos y si quiero hacer llegar un mensaje a Obama, el mensaje tendría que pasar por cuatro personas para que le llegara.

Esta teoría fue planteada por primera vez en 1929 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en el relato corto "Chains". Esto se basa en que cada persona conoce al menos a 50 personas. Entonces en un segundo grado estamos conectados a 2.500 personas (50x50), en tercer grado por 125.000 (50x50x50) personas, 6.250.0000 en cuarto grado (ya no os pongo las multiplicaciones), a 312.500.000 en el quinto grado y finalmente 15.625.000.000 en el sexto grado. Teniendo en cuenta que la población mundial es del orden de 6.800.000.000 habitantes, en el sexto grado ya cubrimos de sobras a la población de esto que llaman tierra. QED.

Y encima me diréis: "Hombre, yo tengo 200 amigos en el facebook y otros muchos que no están en el "feis", y como esto crece exponencialmente, en sexto grado me salen como mínimo 64 billones (con "b" de bestialidad) de personas, con lo que debe ser cierto (incluso se pueden disminuir los grados), porque seamos sinceros, todo el mundo conoce a más de 50 personas, hasta el más misántropo". Pues dos cosas...

1. Los amigos no son como los Pokemon, no hace falta capturarlos a todos (en el facebook). Mejor calidad que cantidad.
y 2. (y esta es la importante) La demostración matemática de la teoría es falsa. Sería cierta para sucesos independientes, y aquí no hay independencia (ni "Estatut" que valga). Traducido para aquellos no matemáticos: Supongamos todo el mundo conoce al menos a 50 personas. Muchas de estas 50 personas se conocerán entre ellas, con lo que en el segundo grado ya no serán 50x50, ya que de las segundas personas muchas se repetirán. Serán 50 x n (siendo n un número natural menor que 50).

Me he liado un poco con la descripción matemática, pero hacía falta.... Lo siento.

En cualquier caso, puedo tener una conexión más o menos cercana con Barack Obama, pero si quiero enviarle un mensaje a un pastor de caballos de las afueras de Ulán Bator (Mongolia), no sé, pero creo que necesitaré a más de seis personas...

De algunas pruebas que se han hecho (siempre en círculos reducidos y sin ser globales) se extrae que no son seis grados de separación como máximo, sino que de media, son seis grados, cosa que me parece un pelín más razonable.

Y otro tema es para qué le voy a enviar a Obama (o al de Ulán Bator) un mensaje, si no me van a hacer ni caso... Total, que esto de los seis grados de separación es un buen ejercicio teórico, pero sinceramente, no sirve de nada.

Y finalmente, la recomendación. Se trata del libro "Elogio de la impertinencia" de Piergiorgio Odifreddi. Realmente, no os lo recomiendo, porque globalmente, el libro no me ha gustado, pero el capítulo "Qué pequeño es el mundo" trata un poquito sobre este tema. También está película "Seis grados de separación", pero como no la he visto, ni os la recomiendo, ni os la dejo de recomendar.



lunes, 19 de julio de 2010

El fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros

Este es un antiguo dicho inglés que define muy bien la contraposición del rugby y del fútbol.

Después de la resaca post-mundial, de la que ya empiezo a estar un poco hartito de encontrarme la "roja" hasta en la sopa (y no hablo del gazpacho), hablaremos un poquito del rugby y del por qué de esta frase, que tiene su gracia.

El rugby tiene su origen en la Inglaterra del siglo XIX y comparte inicio con el fútbol. Ambos deportes se inspiraron en juegos más antiguos, como el Calcio Florentino y otras versiones más o menos medievales de juegos con pelota y cierto contacto (por no decir violento). De hecho, tanto el rugby como el fútbol nace del denominado "fútbol de carnaval", no porque fueran disfrazados, sino porque se jugaba en antes de Semana Santa.

El relato oficial dice que el rugby nació en 1823, cuando William Webb Ellis, un estudiante de teología (quizá por aquello de repartir "hostias") se cansó de las reglas establecidas, cogió la pelota con las manos y marcó un gol. Esta desobediencia a las reglas establecidas se ha premiado con el hecho de que el trofeo que se entrega a los campeones del mundo lleva su nombre (moraleja: sáltate las reglas y todos te recordarán). A mediados del siglo XIX, y con la irrupción del ferrocarril que favoreció su dispersión por el territorio, se hizo necesario unificar las diversas reglas que existían para jugar al rugby. Así, estudiantes de los colegios más elitistas de Inglaterra (Eton, Cambridge,...) se reunieron en una tasca (dónde iba a ser...) y establecieron las primeras reglas del juego (ya empezamos a ver los primeros caballeros). Las reglas fueron evolucionando hasta 1871, momento en que se definieron las principales reglas.

¿Y el sentido de la frase? Pues bien, el rugby es un deporte un poco bruto, pero sus jugadores acatan las reglas, en cambio, el fútbol es un juego más "fino", pero los futbolistas son más tramposos. De ahí que el rugby sea un deporte para villanos jugado por caballeros y el fútbol sea un deporte para caballeros jugado por villanos.

Siguiendo con el rugby, el "dream team" són los "All Blacks", la selección de Nueva Zelanda, llamados así, en un alarde de originalidad, porque van vestidos todo de negro (ya vemos que lo de "voy de negro y no me preguntes el por qué" no lo inventó Loquillo). El rugby tuvo muy buena acogida en algunas colonias británicas, sobretodo en Oceanía, donde el rugby sustituyó a las guerras tribales, para que luego no digan que el deporte es sano...

Algunos equipos oceánicos tienen un ritual antes de cada partido, el "Haka", una danza de guerra tribal maorí. En el vídeo podéis ver un "Haka" que hicieron los "All Blacks" a los "Springboks", que es como se conoce al equipo nacional de Sudáfrica. No os perdáis la cara de acojone del "Springbok" en el minuto 0:22 y la cara de psicópata del "All Black" en el minuto 0:40.



Que se te pongan 23 tíos de 120 kg (el más ligero) delante y que te hagan la señal de que te van a cortar el cuello... la verdad acojona que no veas!

Y para finalizar, dos recomendaciones. La primera es un libro, "El factor humano" de John Carlin, libro que explica la salida de Nelson Mandela de la cárcel y su llegada a la presidencia de Sudáfrica, y cómo un campeonato del mundo de rugby unió a un país destinado a una guerra civil. Y la segunda recomendación, es la película que se hizo del libro: "Invictus" del gran Clint Eastwood.

viernes, 9 de julio de 2010

Alea Iacta Est


Estoy seguro que muchos habéis oído esta frase, aunque el latín ya no se hable ni en las iglesias...
Alea Iacta est o Alea Jacta est es una frase atribuida a Gaius Iulius Caesar, también conocido como Julio César o César a secas (¿inventor de la ensalada que lleva su nombre?... ahí lo dejo para las aportaciones de mis seguidores). A parte de ser el posible inventor de la ensalada César, Julio fue el primer Emperador de Roma, aunque realmente el título que se dio no fue tan monárquico (Roma continuaba siendo una república)... realmente se proclamo Dictator Perpetuus, algo así como un Francisco Franco del siglo I a.C.

Pues bien, como he dicho, Roma era una república gobernada por el Senado, pero con la conquista de la Galia (la actual Francia, Suiza, Benelux y parte de Alemania) por parte de Julio, el hombre ganó mucho poder y el senado intentó, liderado por su "amigo" Pompeyo y pelín asustado el hombre, quitárselo, cosa que al bueno de César no le gustó mucho. Así, con su ejercito que había conquistado la Galia, decidió entrar en Roma en plan Sheriff.

La frontera de Roma D.C. estaba limitada al norte por el río Rubicón, río que debe su nombre al color rojizo de sus aguas (rubí=rojo) por la presencia de arcillas rojas en su cuenca (apunte geológico-hidrológico.... deformación profesional), y existía una ley romana que decía que ningún ejercito romano podía cruzarlo en armas sin autorización del Senado.


En el momento en que Julio César cruzara el Rubicón desataría un conflicto, que en el caso de los romanos de la época significaba directamente una guerra abierta (no se iban con tonterías, la verdad...) y en el momento en que se cruzó el río, Julio César soltó su frase de Alea Iacta est (mucho mejor esta, que no una en plan de: "Pompeyo, no hay sitio para los dos al sur del Rubicón... y yo no me pienso ir", que queda más peliculera pero que no habría pasado a la historia, para decepción de los guionistas de Hollywood).

Y ya os podéis imaginar cómo acabó el tema... con una guerra civil y Julio César coronado con laureles.

Y ahora me diréis... Oye que desde que hice latín en tercero de BUP se me ha oxidado un poquito. Pues bien, la frase traducida es "la suerte está echada" o "el dado está echado". Es lo que se podría decir que se ha cruzado el punto de no retorno y que a partir de ahí, que sea lo que Júpiter (en este caso) quiera.

Y ahora la sorpresa. La frase no es de Julio César, sino que es de Menandro, escritor griego del siglo IV a.C. y uno de los favoritos de César, y que el bueno de Julio no la dijo en latín, sino que la dijo en griego (que como todos sabemos, es mucho más fancy que el latín).

Y hablando de puntos de no retorno, uno de los más curiosos que existen es el de despegue de los aviones. El punto de no retorno es aquel en el que un avión despegando ya no tiene espacio suficiente para abortar el despegue, vamos, que o despegas o te espiñas contra el final de la pista. Espero que nunca superéis ese punto de no retorno.